El sello perezoso

El momento de admitir el final de este blog llegó hace meses; es ahora. Con mucho menos arte que otros, clausuro ahora estos años de aprendizaje salvaje y parcialmente desaprovechado, de expresión feliz, aun en la tristeza intrínseca del pensamiento. Creo cerrar aquí la infancia de mi intelectualidad – o algo menos capcioso -, sin significar esto que haya conquistado una madurez vegetal; simplemente se acabaron las piruletas, el pica pica y la búsqueda de palos con los que dibujar las caras en patas de gallo. Continuar leyendo


Atontarse

Desde luego no es el objetivo, pero sucede. A veces uno siente que se atonta, que está perdiendo la lucidez, la curiosidad y aquella fuerza rastrera en lo mas parecido a la depresión de una escoba sin conserje. Cuando comienza no le das gran importancia; mas adelante tantos días en blanco empiezan a asustarte, y tantas vueltas a asuntos aparentemente sencillos terminan por desanimarte. Parecieses estar perdiendo la capacidad de observarte desde fuera – tragedia incomparable -, al menos parcialmente, y mirar viendo, sin ésta confusión que parece chocar con todo lo que por experiencia creías saber de la experiencia. Continuar leyendo


El bosque

«La emboscadura» de Ernst Jünger es el libro político para las personas que se piensan y sienten, sobre todo, persona singular… – Esto fue lo que dije tras reposar la lectura acerca de la tercera figura, de la resistencia en el diagnóstico jüngeriano de este mundo que ya cambia, pero no tanto. Continuar leyendo


Uno de los míos

Al final es sólo una perspectiva, una prioridad involuntaria, una forma de vivir. La gente como yo siente curiosidad por el fondo, por tocarlo, por sentirlo. Somos irrecuperables, dicen, trauma en la intuición, defecto de fábrica. Vivimos huyendo de un aburrimiento que parece avanzar cubriéndolo todo, cómo musgo sobre tumbas. Hemos decido poner nuestro empeño en celebrar un fracaso inevitable; meterle un par de focos, una banda sonora y un falso sentido al evento de ese edificio que está a punto de derrumbarse. Continuar leyendo


Puñales

 

Hoy me anochece con el estado de ánimo apropiado para escribir, y con un recuerdo fresco. Hoy pensaba los silencios de una conversación que contaba parte de mi historia, pensaba en mi, y no puedo evitar la tentación de concretar, para quien lo quiera, el concepto del corazón roto. Continuar leyendo


Insomnio

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

A saber qué día y quién. Salí de casa buscando la sensación de los adoquines después de maldecirme por perder quince minutos buscando un ficticio papelillo de reserva. Me fastidió que aquel barrio antiguo no fuese lo suficiente antiguo, y que aquellas fuentes no fuesen lo suficiente bellas, y que aquel perro no fuese lo suficiente canoso y terco como el reflejo de mi tristeza. Mueca en faz; giré la esquina y baje la calle comportándome como una bruja con los niños, y maldije sus juegos y sus risas mientras despeinaba mi melena cobriza entre graznidos, y propine sonora colleja al que parecía más indefenso y sorprendido. Continuar leyendo


La pasividad receptiva contra el sujeto dualizado

*Lectura previa recomendada: «La importancia de la autenticidad para una filosofía práctica»

La concepción dualista del sujeto produce a nuestro parecer serios problemas y contradicciones en el seno de la conciencia humana de individuo. El dualismo supone la distinción mente-cuerpo – de origen cartesiano -, prisma a través de cuya mirada ha producido históricamente funestas consecuencias en tanto ha provocado la distinción volitiva – que puede apreciarse en el ideal ascético – por el cual, las pasiones, con origen en el cuerpo, son juzgadas como perniciosas en tanto «esclavizadoras», al no provenir de la voluntad racional, siendo asimiladas al pecado en las caracterizaciones religiosas-. Frente a estas, la voluntad racional, vista como única instancia garante de la libertad del individuo, tiene por objetivo luchar contra dichas pasiones.

Este modelo suscita fuertes fricciones en el individuo, como veremos a continuación, el cual se ve obligado a reprimir pasiones tan legítimas como su capacidad de razonar, en virtud de una determinada conceptualización del carácter humano. Para caracterizar está dinámica contraproducente resulta interesante extraer las consecuencias de articular la dinámica por la cual reconocemos nuestra identidad bajo este prisma dualista, lo cual nos desvelará perspectivas poco apetecibles: Continuar leyendo


La importancia de la autenticidad para una filosofía práctica

¿Cómo debe uno vivir? Esta importante pregunta filosófica ha tenido tradicionalmente dos enfoques que, a la luz del pensamiento contemporáneo, nos resulta imposible aislar: Por un lado, la tradición socrático-aristotélica ha enfocado la reflexión como medio para perseguir el fin último de la felicidad, por otro, – teniendo en Kant el máximo exponente del ideal ascético que hereda la concepción moral de la religión – la modernidad ha dirigido los esfuerzos de la reflexión hacia el justo obrar, el cual culmina parcialmente en un concepto que reconoceremos fácilmente como importante, la responsabilidad.  Nos resulta bastante intuitivo comprender lo inapropiado de la rigidez de cualquiera de ambos enfoques, y que para responder a la pregunta por el modo de vivir, resulta necesario articular nociones que aúnen ambos intereses.

Es en esta linea en la que la noción de autenticidad que plantea Bernard Williams resulta muy explicativa; dicha autenticidad, que consiste en la fidelidad a una identidad personal, debe comprenderse como un valor fuertemente ligado a un vivir que trata de colmar las expectativas de un sujeto en cuanto a felicidad y responsabilidad. Ahora bien – hete aquí la dificultad – ¿como funciona la creación de una identidad? y ¿de que manera podemos generar una acción acorde a ésta? Continuar leyendo


Aire

Y a pesar de todo está el aire.

Aunque dances al unísono, aunque intercambies vibraciones con perfecto sincronismo, aunque te engañe la dopamina o aunque te rodees de gatos, la soledad atómica es el elemento adicional, sin abreviatura periódica, del que está compuesto el aire. Continuar leyendo


Matar a un mandarín chino: la atenuación moral de la distancia

Los sentimientos morales, como la compasión, el temor o el remordimiento, se presentan de manera mas aguda cuando el protagonista del suceso observado comparte con nosotros una cercanía de algún tipo, sea de edad, condición, costumbres, estado o linaje. Y lo que esto significa, invirtiendo la óptica, es que los sentimientos morales son menos intensos conforme aumenta la distancia, lo que nos separa; y aunque no todas las distancias son iguales, la sociedad globalizada ha rebasado ciertos límites morales en su constitución, solo en virtud del efecto de esta distancia, sobre la cual, creo, es necesaria al menos un momento de reflexión. Continuar leyendo